Entró con una
sonrisa en su rostro pálido. Llevaba un vestido de unos tonos violetas y
platinos que resaltaban en su piel blanca. Sus ojos desprendían un brillo
simpático, de un tono azulado que prometía amistad y cariño. Sonreía de oreja a
oreja y saludaba a las personas más nobles de aquel palacio. Iba sola a la
fiesta, simple, con un bolso y un calzado cómodo.
Mientras se
encontraba sola, saludando con una simpatía honorable, se le acercó el rey con
su dama, íbridi.
-Buenas noches,
señorita Meyer.-Saludó el Rey agarrando de su delicada mano, plantándole un
beso educadamente- ¿Se lo está pasando bien?-preguntó, esperanzado.
-Encantada de
verle, Johnson- sonrío de lado a lado y respondió a su pregunta- Oh, sí. Me lo
estoy pasando muy bien.
-Oh, me alegro.-dijo
con alegría en los ojos-Me voy a saludar con Íbridi a los nuevos invitados,
Melanie.
-Por supuesto.-dijo
sonriendo mientras le hacía una reverencia a él, y a su esposa.
Se quedó sola, otra
vez, pero a ella eso era lo de menos. A Melanie no le gustaba acudir a fiestas,
pero aquella vez solo lo hizo por una mera razón. Empezó a elevar la mirada
hacia el techo, mirando si había alguien que, por mala coincidencia, no debiera
de encontrarse allí, no mientras Melanie Meyer estuviera allí para hacer su trabajo;
Sería aquella persona todo un florero.
Melanie se dio la
vuelta, y entonces vio a una familia de seis miembros entrando por la puerta
principal, recibiendo la cálida bienvenida del rey. Melanie los observó, desde
la lejanía, con una mirada serena y sosegada.
Pudo distinguir el
padre, alto, ceñudo y serio pero también tranquilo. La madre, era una chica
algo baja de su marido, simpática y algo agradable por la forma que la vio
agarrando la mano del rey con una cálida y apacible bienvenida. Luego, había tres
adolescentes, de la misma edad más o menos de Melanie. Uno, era alto, rubio y
de unos ojos azules que reflejaban naturalidad, poder y respeto. Luego, había
una chica pelirroja, que sería la hermana de los otros dos hermanos. Tenía
aquella chica unos ojos oscuros, rojos más bien, como el fuego vivo. Y, el
último hermano, era también rubio, pero sus ojos eran verdes, y ya con eso
reflejaba que era amable y simpático.
Melanie sabía cómo
eran las personas con tan solo mirarles a los ojos.
Mientras aquella
familia se encontraba aún en la puerta, el chico rubio de ojos azules clavó sus
ojos en los de Melanie. La estaba evaluando con la mirada, tal y como ella
había hecho con él y su familia. Avergonzada, bajó la mirada, y sin mirarle,
pudo percibir que aquel chico reía divertido ante la respuesta que ella había
ocasionado. Sintiéndose observada, ruborizada y demás, se apartó de la vista de
aquel muchacho que sonreía a Melanie.
Absurdo vampiro, pensó Melanie mientras se dirigía hacia otro lugar,
lejos de la mirada de aquel nuevo inquilino.
Cuando Melanie
estaba distraída, una voz masculina la sobresaltó a su espalda. Miró de reojo, ¿Quién podría ser?, pensó para sus
adentros enfurruñada. Se giró y se encontró, para su sorpresa, a aquel
adolescente rubio de ojos azules.
-Hola-Saludó, de
pie a unos pocos centímetros de donde se encontraba Melanie.
-Hola-respondió,
después de un buen rato contemplando sus ojos azules.
-Me llamo Niall.
–sonrió de oreja a oreja, con un rubor en las mejillas.
-Encantada, me
llamo Melanie.-Dijo sin sonreír. Le parecía absurdo aquello, no quería perder
la cabeza por nadie, y menos aquel día. Se levantó con su mini bolso en la
mano, y con la mirada ausente se largó hacia el baño.
Le pareció el lugar
perfecto para esconderse de las miradas curiosas, y también el lugar perfecto
para entrar en acción. Entró en uno de los lavabos vacíos, dejó su bolso en el
la tapa del orinal y se quitó el vestido. Se puso un pantalón corto, de marrón
claro, y unas conversen negras. Se hizo una coleta para que le sujetara el pelo
negro y se puso una camisa de tirantes negra. Se colocó en la cintura un tipo
de cinturón y dejó sus armas guardadas en él. Al acabar, escondió su vestido,
su bolso y sus zapatillas en una papelera, convencida de que lo recuperaría
antes de que sacaran la basura afuera. Se puso un tipo de auricular con un mini
micrófono al lado de su boca, y empezó a hablar:
-¿Mat? ¿Maat? ¿Me
escuchas?-preguntó mientras salía del baño agarrando el micrófono para
acercárselo más a la boca.
Tardó unos segundos
en contestar.
-¿Sí? ¿Melanie?
¿Estás ahí?-preguntó una voz masculina, que resultaba ser como un compañero de
Melanie Meyer.
-Te oigo alto y
claro-habló sonriendo divertida mientras bajaba las escaleras para dirigirse
hacia el gran salón de aquel palacio.
-Bien, ¿sabes lo
que tienes que hacer?-preguntó Mat Owson desde una furgoneta que se encontraba
en la calle, delante de la gran puerta en la espera y ayuda de Melanie para
cuando acabara con la misión.
-Sí, Mat, sé lo que
tengo que hacer. –respondió mientras se escondía detrás de un pilar para que
aquel chico rubio, llamado Niall no le viera y empezara a seguirla. Había
llamado demasiado la atención a aquel muchacho y eso podría afectar a la misión
de Melanie.
-Mat, tu turno,
hazme un gran favor.
-¿Cuál?
-Aleja a Niall
Kourssin de mi misión, podría incordiarme más de lo que ha hecho.-dijo cerrando
los ojos por un momento, impaciente.
-Vale pues, ahora
sacaremos al monstruo-dijo divertido mientras pulsaba un botón desde la
furgoneta.-Ya está-sonrió aunque Melanie no pudiera ver su rostro.
En el momento en
que Mat pulsó aquel botón, una alarma empezó a sonar, la alarma de incendio. No
serviría mucho, pero sí para pasar inadvertida hasta la sala de la habitación
del rey. Melanie no había bajado del todo de la escalera, se encontraba en el
lugar adecuado para lanzarse con una cuerda hasta el otro extremo de la sala.
Niall Kourssin no se movió del sofá, con lo que a Melanie le molestó bastante.
Sin pensar, Melanie disparó con una de sus pistolas hasta el otro pilar que se
encontraba horizontalmente del que se encontraba. No le importó que Niall le viera, ella tenía
que hacer igualmente su trabajo, fuera como fuera.
Saltó en la
barandilla del otro pasillo. Se quedó a hurtadillas, y sus manos tocando la
fría madera. Bajó de la barandilla de un salto ágil y abrió la puerta que tenía
delante con una simple patada. Sintió que alguien le observaba, y ella sabía,
que de todas las personas que corrían sin ninguna dirección segura, sólo había
una persona que no se inmutó en todo ese jaleo. Y esa persona, era Niall
Kourssin.
Niall, subió las
escaleras sin prisa, y entró en la habitación en la que minutos antes había
entrado Melanie. Se quedó en la puerta, viendo como Melanie buscaba algo sin
éxito.
-¿Se puede saber
qué buscas?-preguntó Niall con los brazos cruzados, esperando en la puerta a
que acabara y le prestara atención.
-Mi trabajo. ¿Se
puede saber qué haces tú aquí?- dijo Melanie con un tono de reproche mientras
le miraba fijamente a sus ojos fríos.
Niall, en el
momento en que Melanie estuvo hablándole con amargura, se acercó despacio, sin
prisa alguna, aunque todo el mundo corriera abajo por una falsa alarma que tan
sólo él se había dado cuenta. Puso sus manos en sus bolsillos, y miró a Melanie
a los ojos. Había algo que le impresionaba, y tan solo acababa de conocerla,
¿Cómo era posible aquello?
-Melanie, sabes que
no está bien espiar las intimidades de los demás.-susurró agarrándole de la
barbilla para que le mirara fijamente a los ojos. Sus ojos azules se
encontraron con los de ella.
-Mira quien fue a
hablar-dijo en tono burlón.-Además, no me conoces de nada.-rió, divertida.
Él la miró, y vio
que había cogido unos documentos del Rey. Los iba a robar.
-¿Qué vas a hacer
con esos documentos, Melanie?-preguntó y le quitó la mano de la barbilla. Le
miró a los ojos, y éste se acercó lentamente a sus labios.
-Llevármelos, ``
prestados ´´ -dijo segura de sí misma acercándose hacia él y preguntó-¿Crees
que no me los voy a llevar?
-Creí que eras una
niña obediente, sensata… Pero veo que me equivocaba. Aun así, hay algo que me
sorprende de ti, pero no sé qué es. ¿Te vas a atrever salir por la puerta
grande con los documentos en la mano así de fácil y feliz?
-¿Qué? –Rió,
divertida mientras se alejaba de su rostro tan perfecto- Niall, te equivocas,
cielo. –Dijo alejándose de él, acercándose hacia la ventana, que estaba tapada
con madera, como si aquella habitación estuviera abandonada. Quitó aquellos
tacos y una ráfaga de luz iluminó la habitación, descubriendo su rostro pálido.
- ¿Ves? –Dijo señalando hacia la ventana- Yo soy original, y voy a salir por la
ventana.- dijo mientras se subía a la repisa, a punto de saltar, se giró para
ver qué respondería Niall.
-No saltarás, no
eres capaz.-miró, creído.
-¿Qué no?- le miró,
divertida. Se giró, hizo una voltereta en el aire como si en vez de abismo
hubiera agua y cayó en el abismo que daba a la calle donde se encontraba Mat,
dentro de la furgoneta esperando la llegada de Melanie. Cuando ella estuvo en
el suelo, intacta y perfecta, miró hacia arriba, y observó que Niall le miraba
con aprobación.
Aquella noche sería
la última vez que Niall Kourssin vería a Melanie Meyer por aquella ciudad.