domingo, 12 de febrero de 2012

Capítulo 2: Fragam‘Che, la inhumana perfecta.


Aquella mañana hacía frío para los pueblerinos de aquel lugar, pero para Melanie aquello era como la primavera. Miró hacia la lejanía, y vio a una pareja de recién casados que paseaban a un perrito pequeño. Desvió la mirada, y localizó una casa de dos pisos, de un color burdeos. Entonces, bajó de aquel acantilado y se dirigió hacia el pueblo de Fragam’Che.

 Melanie iba con un pantalón corto, unas botas que tapaban un chuchillo que tenía sujeto a la pierna y una camisa blanca. Se había puesto unas gafas de sol, para intentar pasar un poco desapercibida y no llamar tanto la atención como había hecho anoche, en la fiesta del Rey. Ahora, en cambio no tenía las pistolas a mano, por lo que sería mejor para caminar por las calles de aquel pueblo. Aquel día, era un domingo, perfecto para su otra misión.

Pasó por muchos parques, casas, mercados, gente, y por fin llegó a su destino: La casa de Fragam’Che, la inhumana perfecta. Subió los tres peldaños que habían hasta la puerta, y tocó tres veces al timbre. Pasaron tres o cuatro minutos y le abrió la enigmática Fragam’Che.

-Ya era hora de volverte a ver, princesa perdida.- le recibió Fragam’Che detrás de la puerta, esperando una contestación lo bastante válida para entrar a consultarle dudas.

-Sí.-respondió- Digo lo mismo.- dijo sin perder tiempo alguno en tonterías.- Es urgente hablar contigo, tengo el diario de Amber Oliris.

 Fragam’Che quedó un poco confundida al volver saber cosas de ella. Hacía más de un siglo que no volvía a escuchar aquel nombre, y que ahora de repente, se le presentaba la Princesa Meyer y osaba hablar de ella después de lo pasado.

-Entra, si quieres. Pero no me gusta hablar de Amber, y tú lo sabes.

Fue lo único que quiso decir. Fragam’Che había sido en su juventud una vampira que había querido vivir en un pueblo, alejada del mundo y del contacto para no convertirse en un monstruo como Amber Oliris. Melanie entró detrás de Fragam’Che, y se sentó en un sofá bien cómodo. Fragam’Che, antes de sentarse, la invitó a un té, y seguidamente comentó:

-Espero que sea importante lo que quieras decirme, descubrir o saber, pero no me gusta hablar de ello; Tan solo te aviso, Melanie. Tan sólo es un aviso.-dijo con total arrogancia mirando hacia la Princesa Meyer.

-Bien.-dijo, con una pausa, y tomó un pequeño sorbo de aquel té que Fragam’Che tenía preparado para ella. Al acabar de beber aquel sorbo, continuó explicando- Anoche fui a la Fiesta del Rey. Cogí unos documentos y salí por la ventana, es decir, hice el trabajo que tuve que hacer. Al acabar, miré los documentos, pero hablaban de una lengua que para mí es imposible descifrar. Ha sido difícil para mí y para Mat. –dijo mientras le entregaba los documentos ha Fragam’Che.

Fragam’Che los leyó, ya que conocía aquella lengua y podía descifrarla. Se había puesto sus gafas que tenía colgada del cuello, para aumentar la vista y serle más fácil descifrar. Aquella letra era de un idioma totalmente extraño, llamado ´´ Vocabularys Xstreme. ´´

-Asique, que por eso has venido… Para descifrarte el Documento…-dijo mientras observaba el texto con detenimiento.

-Sí, Fragam. Necesito tu ayuda para encontrar a la Dama de los Cuatro Elementos, a la Dama Xshittet.

 Fragam’Che paró de leer, se sujetó las gafas con dos de sus dedos finos y la observó, atónita.

-¿Qué? Sabes que eso es imposible, Melanie…

-Nada es imposible, si te lo propones. –dijo mientras se levantaba exhausta. – Es importante para la investigación, necesitamos su colgante.

 -¿Para qué?-dijo incrédula.

-Para que Uliriss Monruet no la secuestre y la utilize para sus necesidades, es decir, para que no utilice a Xshittet para gobernar nuestro mundo. ¿No lo entiendes?- dijo apoyándose en el respaldo del sofá.

Fragam’Che, lo entendía perfectamente, pero sabía que aquello era imposible mientras estuviera Uliriss Monruet a la caza de Xshittet. Tendría que contar con la ayuda de Amber, Mat, y si fuera posible, de Niall Kourssin y sus hermanos.

 -Es francamente imposible.- Se levantó y continuó- Si supieras lo que cuesta, dejarías de intentarlo, Melanie. Necesitarías a Amber,Mat y si eso a Niall, pero sé que no quieres saber nada de Niall por lo que pasó.

Melanie, enfadada consigo misma, agachó la vista, y miró hacia los documentos, con el ceño fruncido. Había que tener alguna posibilidad, pero aunque contara con ellos, no quería saber nada de Niall hasta que pasaran dos o tres años… Para ella era un entretenimiento que la despistaría de la misión, y no quiere fracasar ahora que está a dos pasos de la meta.

 -¿Y qué propones?

-Propongo que vayas a buscar a Jordan Wilkingg .

Primer Capítulo.


Entró con una sonrisa en su rostro pálido. Llevaba un vestido de unos tonos violetas y platinos que resaltaban en su piel blanca. Sus ojos desprendían un brillo simpático, de un tono azulado que prometía amistad y cariño. Sonreía de oreja a oreja y saludaba a las personas más nobles de aquel palacio. Iba sola a la fiesta, simple, con un bolso y un calzado cómodo.
Mientras se encontraba sola, saludando con una simpatía honorable, se le acercó el rey con su dama, íbridi.

-Buenas noches, señorita Meyer.-Saludó el Rey agarrando de su delicada mano, plantándole un beso educadamente- ¿Se lo está pasando bien?-preguntó, esperanzado.

-Encantada de verle, Johnson- sonrío de lado a lado y respondió a su pregunta- Oh, sí. Me lo estoy pasando muy bien.

-Oh, me alegro.-dijo con alegría en los ojos-Me voy a saludar con Íbridi a los nuevos invitados, Melanie.

-Por supuesto.-dijo sonriendo mientras le hacía una reverencia a él, y a su esposa.

Se quedó sola, otra vez, pero a ella eso era lo de menos. A Melanie no le gustaba acudir a fiestas, pero aquella vez solo lo hizo por una mera razón. Empezó a elevar la mirada hacia el techo, mirando si había alguien que, por mala coincidencia, no debiera de encontrarse allí, no mientras Melanie Meyer estuviera allí para hacer su trabajo; Sería aquella persona todo un florero.
Melanie se dio la vuelta, y entonces vio a una familia de seis miembros entrando por la puerta principal, recibiendo la cálida bienvenida del rey. Melanie los observó, desde la lejanía, con una mirada serena y sosegada.
Pudo distinguir el padre, alto, ceñudo y serio pero también tranquilo. La madre, era una chica algo baja de su marido, simpática y algo agradable por la forma que la vio agarrando la mano del rey con una cálida y apacible bienvenida. Luego, había tres adolescentes, de la misma edad más o menos de Melanie. Uno, era alto, rubio y de unos ojos azules que reflejaban naturalidad, poder y respeto. Luego, había una chica pelirroja, que sería la hermana de los otros dos hermanos. Tenía aquella chica unos ojos oscuros, rojos más bien, como el fuego vivo. Y, el último hermano, era también rubio, pero sus ojos eran verdes, y ya con eso reflejaba que era amable y simpático.
Melanie sabía cómo eran las personas con tan solo mirarles a los ojos.
Mientras aquella familia se encontraba aún en la puerta, el chico rubio de ojos azules clavó sus ojos en los de Melanie. La estaba evaluando con la mirada, tal y como ella había hecho con él y su familia. Avergonzada, bajó la mirada, y sin mirarle, pudo percibir que aquel chico reía divertido ante la respuesta que ella había ocasionado. Sintiéndose observada, ruborizada y demás, se apartó de la vista de aquel muchacho que sonreía a Melanie.
Absurdo vampiro, pensó Melanie mientras se dirigía hacia otro lugar, lejos de la mirada de aquel nuevo inquilino.
Cuando Melanie estaba distraída, una voz masculina la sobresaltó a su espalda. Miró de reojo, ¿Quién podría ser?, pensó para sus adentros enfurruñada. Se giró y se encontró, para su sorpresa, a aquel adolescente rubio de ojos azules.

-Hola-Saludó, de pie a unos pocos centímetros de donde se encontraba Melanie.

-Hola-respondió, después de un buen rato contemplando sus ojos azules.

-Me llamo Niall. –sonrió de oreja a oreja, con un rubor en las mejillas.

-Encantada, me llamo Melanie.-Dijo sin sonreír. Le parecía absurdo aquello, no quería perder la cabeza por nadie, y menos aquel día. Se levantó con su mini bolso en la mano, y con la mirada ausente se largó hacia el baño.

Le pareció el lugar perfecto para esconderse de las miradas curiosas, y también el lugar perfecto para entrar en acción. Entró en uno de los lavabos vacíos, dejó su bolso en el la tapa del orinal y se quitó el vestido. Se puso un pantalón corto, de marrón claro, y unas conversen negras. Se hizo una coleta para que le sujetara el pelo negro y se puso una camisa de tirantes negra. Se colocó en la cintura un tipo de cinturón y dejó sus armas guardadas en él. Al acabar, escondió su vestido, su bolso y sus zapatillas en una papelera, convencida de que lo recuperaría antes de que sacaran la basura afuera. Se puso un tipo de auricular con un mini micrófono al lado de su boca, y empezó a hablar:

-¿Mat? ¿Maat? ¿Me escuchas?-preguntó mientras salía del baño agarrando el micrófono para acercárselo más a la boca.

Tardó unos segundos en contestar.

-¿Sí? ¿Melanie? ¿Estás ahí?-preguntó una voz masculina, que resultaba ser como un compañero de Melanie Meyer.

-Te oigo alto y claro-habló sonriendo divertida mientras bajaba las escaleras para dirigirse hacia el gran salón de aquel palacio.

-Bien, ¿sabes lo que tienes que hacer?-preguntó Mat Owson desde una furgoneta que se encontraba en la calle, delante de la gran puerta en la espera y ayuda de Melanie para cuando acabara con la misión.

-Sí, Mat, sé lo que tengo que hacer. –respondió mientras se escondía detrás de un pilar para que aquel chico rubio, llamado Niall no le viera y empezara a seguirla. Había llamado demasiado la atención a aquel muchacho y eso podría afectar a la misión de Melanie.

-Mat, tu turno, hazme un gran favor.

-¿Cuál?

-Aleja a Niall Kourssin de mi misión, podría incordiarme más de lo que ha hecho.-dijo cerrando los ojos por un momento, impaciente.

-Vale pues, ahora sacaremos al monstruo-dijo divertido mientras pulsaba un botón desde la furgoneta.-Ya está-sonrió aunque Melanie no pudiera ver su rostro.

En el momento en que Mat pulsó aquel botón, una alarma empezó a sonar, la alarma de incendio. No serviría mucho, pero sí para pasar inadvertida hasta la sala de la habitación del rey. Melanie no había bajado del todo de la escalera, se encontraba en el lugar adecuado para lanzarse con una cuerda hasta el otro extremo de la sala. Niall Kourssin no se movió del sofá, con lo que a Melanie le molestó bastante. Sin pensar, Melanie disparó con una de sus pistolas hasta el otro pilar que se encontraba horizontalmente del que se encontraba.  No le importó que Niall le viera, ella tenía que hacer igualmente su trabajo, fuera como fuera.
Saltó en la barandilla del otro pasillo. Se quedó a hurtadillas, y sus manos tocando la fría madera. Bajó de la barandilla de un salto ágil y abrió la puerta que tenía delante con una simple patada. Sintió que alguien le observaba, y ella sabía, que de todas las personas que corrían sin ninguna dirección segura, sólo había una persona que no se inmutó en todo ese jaleo. Y esa persona, era Niall Kourssin.

Niall, subió las escaleras sin prisa, y entró en la habitación en la que minutos antes había entrado Melanie. Se quedó en la puerta, viendo como Melanie buscaba algo sin éxito.

-¿Se puede saber qué buscas?-preguntó Niall con los brazos cruzados, esperando en la puerta a que acabara y le prestara atención.

-Mi trabajo. ¿Se puede saber qué haces tú aquí?- dijo Melanie con un tono de reproche mientras le miraba fijamente a sus ojos fríos.

Niall, en el momento en que Melanie estuvo hablándole con amargura, se acercó despacio, sin prisa alguna, aunque todo el mundo corriera abajo por una falsa alarma que tan sólo él se había dado cuenta. Puso sus manos en sus bolsillos, y miró a Melanie a los ojos. Había algo que le impresionaba, y tan solo acababa de conocerla, ¿Cómo era posible aquello?

-Melanie, sabes que no está bien espiar las intimidades de los demás.-susurró agarrándole de la barbilla para que le mirara fijamente a los ojos. Sus ojos azules se encontraron con los de ella.

-Mira quien fue a hablar-dijo en tono burlón.-Además, no me conoces de nada.-rió, divertida.

Él la miró, y vio que había cogido unos documentos del Rey. Los iba a robar.

-¿Qué vas a hacer con esos documentos, Melanie?-preguntó y le quitó la mano de la barbilla. Le miró a los ojos, y éste se acercó lentamente a sus labios.

-Llevármelos, `` prestados ´´ -dijo segura de sí misma acercándose hacia él y preguntó-¿Crees que no me los voy a llevar?

-Creí que eras una niña obediente, sensata… Pero veo que me equivocaba. Aun así, hay algo que me sorprende de ti, pero no sé qué es. ¿Te vas a atrever salir por la puerta grande con los documentos en la mano así de fácil y feliz?

-¿Qué? –Rió, divertida mientras se alejaba de su rostro tan perfecto- Niall, te equivocas, cielo. –Dijo alejándose de él, acercándose hacia la ventana, que estaba tapada con madera, como si aquella habitación estuviera abandonada. Quitó aquellos tacos y una ráfaga de luz iluminó la habitación, descubriendo su rostro pálido. - ¿Ves? –Dijo señalando hacia la ventana- Yo soy original, y voy a salir por la ventana.- dijo mientras se subía a la repisa, a punto de saltar, se giró para ver qué respondería Niall.

-No saltarás, no eres capaz.-miró, creído.

-¿Qué no?- le miró, divertida. Se giró, hizo una voltereta en el aire como si en vez de abismo hubiera agua y cayó en el abismo que daba a la calle donde se encontraba Mat, dentro de la furgoneta esperando la llegada de Melanie. Cuando ella estuvo en el suelo, intacta y perfecta, miró hacia arriba, y observó que Niall le miraba con aprobación.
Aquella noche sería la última vez que Niall Kourssin vería a Melanie Meyer por aquella ciudad.